Todo vibra, todo se mueve.
Los colores se agilizan, la música se apodera del lugar.
El perfume es quien recorre los rincones.
Las miradas comienzan a cambiar.
Hay un lugar donde todos se unen.
Hay un lugar para hombres y mujeres.
La juventud en el aire contrasta con cuerpos magros, sensuales, listos para la cacería.
La libido en el aire colma los espacios.
Es hora de dejarse llevar.
La música entra por tus oídos y recorre tus venas.
Te enciende. Te hace vibrar. Te hace suya.
Pasa por el pecho con cada golpe haciéndose más fuerte.
Atraviesa los genitales y los altera.
Llega a las piernas y las obliga a moverse a su ritmo.
El suelo con sus luces de colores te llevan a un mundo de placer.
La temperatura asciende a niveles peligrosos.
Tu cuerpo es UNO con el resto.
El calor aumenta y el sudor se mezcla con los perfumes.
Te entregás al éxtasis.
Las risas se apoderan de las personas y el amor surge por doquier.
Los cuerpos quieren más calor y al mismo tiempo algo de fresco, agua, viento, lo que sea.
Las luces se desprenden desde el cielo invadiendo el mundo y haciéndolo más primaveral.
Hay humo. Te refresca. Te gusta.
Un flash, otro, otro. Te enloquecen al ritmo de los altos beats.
Las bolas de espejos se mueven sensuales hacia un lado y hacia el otro disparando rayos de colores.
El cuerpo necesita más placer y se suelta.
Te rozan. Te gusta. Te empujan. Te gusta.
Te hablan. Te gusta. Te miran. Te gusta.
Te vuelven a tocar.
Y bailás.
El agua te devuelve al mundo terrenal y te obliga a seguir bailando.
La música desciende de golpe y la gente pide más.
Las luces se encienden y las manos intentan alcanzarlas.
La música gime suavemente mientras las luces comienzan a apagarse.
El sonido vuelve a aumentar y todos gritan.
Grandes pantallas de imágenes coloridas y muy locas se encienden.
La música comienza a despegar.
Y más gritos eufóricos te rodean.
El ritmo sigue subiendo y te transporta a una tribuna futbolística imaginaria de luces y sonidos.
Los brazos en alto reciben el amor.
Y la música sigue subiendo.
Tus pies se desprenden.
Las luces enloquecen y todo parece explotar.
Todos se abrazan. Todos saltan.
Las pantallas escupen sus imágenes de corazones y estrellas brillantes casi sin cesar.
Todo está a punto de explotar y tu corazón quiere más.
Al fin el DJ larga el tema, los láser y flashes entran furiosos en acción y al grito de la multitud te unís en entrega de cuerpo y alma.
El placer del sonido te inunda, te alivia, te recuerda cuan vivo estás.
La juventud de tu cuerpo atrae más juventud.
La excitación del lugar no tiene límites.
Y todo es placer y más placer.
La música es la reina del lugar y quién te alinea a su vibración.
Tus pies tienen vida propia, se apoderan del ritmo y del lugar.
Te abrazan. Te gusta.
Y charlás. Te reís.
Tomás agua y seguís bailando.
Es tu momento. Disfrutás.
Agradecés vivir todo lo que la vida terrenal tiene para vos.
Y el DJ sigue tocando en su altar electrónico mientras la noche se confunde con el alba.
Tus lentes aparecen en escena.
Bailás.
Y la música cada vez se eleva más y el amor se confunde entre los cuerpos sudados, alegres y en el colmo del hedonismo.
Todo vibra, todo se mueve.
martes, 15 de septiembre de 2009
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